11/01/2006

El consumismo en nuestra sociedad

CONSUMISMO EN NUESTRA SOCIEDAD

Margarita Hernández Alvarado


Al principio, los objetos surgieron como instrumentos del hombre para tratar de subsanar alguna necesidad básica; sin embargo, con el tiempo, en algún momento no determinado del desarrollo de los objetos, estos empezaron a subsanar no sólo necesidades materiales, sino necesidades no- materiales y los objetos que antes solo tenían un valor de uso, empezaron a presentar valores de cambio y de signo. Es improbable pensar que en la antigüedad lo objetos tuvieran un valor de cambio, pues los hombres no cambiaban sus objetos por nada, por que les eran imprescindibles para realizar todas sus actividades diarias y más que eso, para sobrevivir. Y es todavía menos probable que los objetos hubieran tenido un valor de signo, pues como sólo tenían un valor de uso; no se ponían a comparar que herramienta era la más bonita o la más grande, sino cuál era la más funcional.
Sin embargo, al momento en que los objetos empezaron a ser creados para subsanar una necesidad no- material empezaron a tener una estética y funciones secundarias y adquiridas y dejaron de representar la solución más adecuada y la única posible a la necesidad concreta. Pues no sólo la producción de objetos empezó a aumentar considerablemente, sino que las necesidades empezaron a ser totalmente diferentes una con la otra; y se originaron tantas necesidades, como personas existían, convirtiéndose cada necesidad en algo totalmente subjetivo.

El hombre empezó a modificar su entorno drásticamente, sin preocuparse en respetar las leyes y formas de la naturaleza, enfrentándoseles totalmente; para poder facilitar su vida y mejorar su hábitat tanto como lo hubiera podido desear para sí. Con esto, el hombre empezó a refinar sus necesidades y se volvió soberbio pues trató que los objetos más que servirle de ayuda y ser sus instrumentos, fueran aprovechados para resolvieran todos sus problemas y necesidades, y en algunos casos reemplazarlo.
Con esta soberbia y avaricia desarrolló la fase consumista del diseño, auspiciada por el valor de signo de los objetos y el dinero que interviene en la adquisición de ellos. El poder de inventar y de diseñar del hombre se convirtió en una perversión inventiva. Sin embargo, la Revolución Industrial convirtió a esta perversión inventiva en una producción a gran escala, de magnitudes exorbitantes
No sabemos el momento exacto en el que el hombre dio el gran paso y dejó de coexistir con su contexto natural y empezó a ensañarse con la naturaleza, pero sabemos que fue en el mismo momento en que se ensañó consigo mismo y empezó a hacerse daño. Dejo que las necesidades no- materiales, como las de status y prestigio ocuparan un lugar imprescindible en su escala de prioridades y empezó a crear objetos que muchas veces no subsanaban ninguna necesidad real.
Fue en este período cuando los objetos perdieron su verdadera función, dejando de ser nuestros instrumentos y resolviendo nuestras necesidades más reales y apremiantes. Dejamos de crear objetos de consumo- uso y lamentablemente empezamos a diseñar y producir objetos para el consumo; es decir, los objetos que tenemos en la actualidad no tienen entre sus múltiples características y cualidades, la de ser consumidos; sino que valen y representan en la sociedad sólo elementos de consumo, alcanzando su destino y meta más lejanas que es capaz de proponerse, la de ser consumidos.
Vivimos en una sociedad no de consumo o siquiera con consumo, sino tristemente tenemos que admitir que vivimos en una sociedad para el consumo, lo cuál se ve reflejado en todos los ámbitos y factores de nuestra vida cotidiana: en lo industrial, en el mercado, en nuestra comunicación, en nuestros hábitos, en nuestra estructuración social, etc. Nuestra meta como sociedad y como personas; todas las actividades que realizamos, incluso en nuestro tiempo libre y de ocio, solamente van dirigidos a la actividad fútil que consiste en adquirir algo. Lo que es bien sabido por los productores, comerciante, mercadologos y el resto delas personas encargadas de la publicidad; los cuáles gastan millones de pesos y montan campañas publicitarias espectaculares y enormes; para convertir a cada hombre, que es un usuario en potencia, en usuario en acto.
Empezamos a ser usuarios en acto para subsanar nuestras necesidades más importantes y reales, las fisiológicas; después empezamos a comprar para llenar nuestras necesidades de seguridad, poco después para subsanar las necesidades sociales y de pertenencia, luego las necesidades de estima y finalmente las de autorrealización; y cuando creímos que habíamos subsanado todas nuestras necesidades seguimos comprando, pensando que el comprar aumentará nuestra valía como persona o probablemente nos daría la clave del éxito o de la felicidad, compramos por costumbre, a todas horas; sin siquiera reflexionar si necesitamos lo que vamos a adquirir; si la relación precio- calidad es justa y proporcional. Desgraciadamente, la tendencia del diseño actualmente nos brinda una incomprensible respuesta favorable de los usuarios ante determinados objetos declarados como inútiles y basura y a la evolución frenética de las formas, muchas de las cuáles son sumamente innecesarias.

Nuestro tiempo libre, que debería de ser la oportunidad de desestresarnos y realizar libremente las actividades que queramos no son sino un programa efectuado por la gente del poder, que quiere que hagamos tal o cuál cosa, para variar consumir, y que nos bombardea de manera perceptible y muchas veces hasta burda con comerciales, anuncios e información para realizar sus deseos. Con los antes mencionado, nuestra sociedad se ha vuelto totalmente consumista, autómata e insensible, nosotros los hombres en objetos de nuestros instrumentos, o por lo menos en algo muy parecido y nuestras ideas y sueños en aras de su inminente extinción, sino es que del todo extintos.
Asimismo, es digno de mencionar que la psicología juega un papel fundamental en las disciplinas que tenemos que estudiar para entender el fenómeno del consumismo , debido a que el diseño de hoy en día apela a lo más intimo de nuestros sentimientos, comercializándolos para que podamos comprar su producto. La sociedad de consumo se divierte a costa de ciertos aspectos de nuestra constitución psicológica, como sujetos y como sociedad; para incrementar sus ventas, ampliando las necesidades del usuario y despertando ilusiones, sueños y deseos fervientes y fantásticos, y sobretodo innecesarios, que no conducen al usuario a una mejor calidad de vida o algo parecido. Convirtiendo al usuario cada vez más en esclavo de sus objetos y de la estructura económica imperante.

La realidad antes expuesta es realmente triste y desoladora, sin límites establecidos por nosotros de manera libre y consciente; sin embargo, no podemos negarnos a ella, porque más allá de que es la sociedad en la que vivimos inmersos, es la sociedad para la cuál vamos a diseñar en un futuro no muy lejano. Y debemos de romper con los paradigmas existentes en donde, nosotros como diseñadores jugamos con los elementos psicológicos de cada usuario, que es algo subjetivo; para convertirlo en algo tan objetivo como los propios objetos que lanzamos al mercado.
Debemos tomar el compromiso y subyugarnos a la responsabilidad de diseñar objetos que resuelvan de manera objetiva y viable, los problemas más acuciantes de nuestra sociedad, para volver tal vez al origen del objeto; donde éstos eran nuestros instrumentos y subsanaban necesidades reales.

Bibliografía
Ideología y metodología del diseño. Llovet Jordi Ed. Gustavo Gili, S. A., Barcelona, 1981
Diseño Industrial Lôbach Bernd. Ed. Gustavo Gili, S. A., Barcelona, 1981

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